Mi primera vez fuera de la zona de confort: una historia real de crecimiento profesional y retos laborales
- Jesús Jaime Peña Reyes
- 1 abr
- 2 Min. de lectura
Aprender haciendo, aunque no tengas el manual
Salir de la zona de confort no siempre es voluntario. A veces simplemente llega la oportunidad, te mira a los ojos y te dice: "¿Te atreves?".
El contexto: Un ingeniero novato, un reto industrial, cero experiencia
La primera vez en que realmente me salí de mi zona de confort, de mi zona segura, fue a los pocos meses de haber iniciado mi primer trabajo después de terminar la carrera de Ingeniería en Electrónica y Comunicaciones.
Hasta ese momento, las incursiones en terreno desconocido fueron siempre en entornos seguros: la escuela, el hogar, los amigos. Lugares donde fallar no tenía consecuencias graves.
El reto: Programar un PLC sin experiencia previa
En esa ocasión, me preguntaron si podía programar un PLC (Programmable Logic Controller) para automatizar un equipo industrial nuevo y clave para la operación de la empresa. Y yo, sin pensarlo mucho, dije que sí.
Tengo que aclarar que en esa época ese equipo era el segundo o tercero que se instalaba en México. Lo que yo sabía hacer era diseñar circuitos electrónicos, calcular impedancias, ganancias, tiempos de respuesta, etc. De programar en lógica secuencial, no sabía nada. Era mi primer contacto con ese tema.
La decisión: Aceptar el reto como oportunidad de crecimiento
Sabiendo todo lo anterior, aun así acepté hacerlo. Lo hice porque me gustan los retos, confío en mis capacidades y soy responsable. Estaba seguro de que no iba a entregar un trabajo del que no me sintiera satisfecho, costara lo que costara.

El proceso: Aprender rápido, ajustar más rápido
Y así fue. Aprendí a programar en lógica secuencial, desarrollé el programa, lo cargué en el equipo, hice los ajustes necesarios una y otra vez (porque casi nada queda bien a la primera), y realizamos el arranque operativo del equipo.
Nos tomó 36 horas continuas. Reconfiguramos sensores que daban lecturas erróneas y provocaban fallos. Y al final, entregamos un trabajo bien hecho.
Conclusión: La zona de confort es solo el punto de partida
Esa fue la primera vez que realmente me salí de mi zona de confort. Desde entonces, no he dejado de buscar y aprovechar oportunidades para hacerlo de nuevo. Es la forma en la que he crecido, aprendido y he sido capaz de proporcionar soluciones reales y efectivas en mi entorno profesional.
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